Gustavo Adolfo becquer.
Aunque acostumbraba a firmar
siempre con el segundo apellido
paterno, su verdadero nombre era
Gustavo Adolfo Domínguez Bastida
y había nacido en Sevilla el 17
de febrero de 1836, en el número
9 de la calle Ancha de San
Lorenzo (actualmente, Conde de
Barajas). Sus padres fueron José
Domínguez Insausti Bécquer y
Joaquina Bastida y Vargas. El
padre era pintor y descendía de
una familia flamenca que se
había establecido en Sevilla a
fines del siglo XVI.
Los peores momentos de nuestras
libertades políticas hace tres
años que han quedado atrás, pero
ahora la primera guerra carlista
está bañando de sangre las
tierras de España. La causa ha
sido la derogación de la Ley
Sálica por Fernando VII, en cuyo
testamento ha nombrado heredera
del trono de España a su hija
Isabel, de sólo tres años de
edad, en detrimento de su
hermano Carlos. Durante la
minoría de edad de la heredera,
su madre, María Cristina de
Nápoles, está al cargo de los
designios de España y un
Ministerio liberal moderado está
al frente del Gobierno. Pero la
rivalidad entre progresistas y
moderados perturban esta
Regencia, ocasionando frecuentes
cambios de Gobierno
Originario de Sevilla, España, Bécquer nació el 17 de febrero de 1836 siendo su padre un célebre pintor del constumbrismo
sevillano quien dejó huérfano a Adolfo a los cinco años; comenzó sus
primeros estudios en el colegio de San Antonio Abad, para luego pasar a
tomar la carrera náutica en el colegio de San Telmo. A los nueve años
quedó huérfano también de madre y salió del anterior colegio para ser
acogido por su madrina de bautismo. A la edad de diecisiete años dejó a
su madrina y a la buena posición que ésta le proporcionaba para viajar a
Madrid en busca de fortuna a través del campo de las letras que se le
daba con facilidad.
Como es conocido, no era fácil subsistir de la literatura y paradójicamente, Bécquer que deseaba encontrar fortuna lo que abundó fueron escaseces, por lo que se vio obligado a servir de escribiente en la Dirección de Bienes Nacionales, donde su habilidad para el dibujo era admirada por sus compañeros, pero fue motivo de que fuera cesado al ser sorprendido por el Director haciendo dibujos de escenas de De este modo volvió Gustavo a vivir de sus artículos literarios que eran entonces de poca demanda por lo que alternó esta actividad con la elaboración de pinturas al fresco
Tiempo después encontró una plaza en
la redacción de ”El Contemporáneo” y fue entonces que escribió la
mayoría de sus leyendas y las “Cartas desde mi celda”. En 1862 llegó a
vivir con Bécquer su hermano Valeriano, célebre en Sevilla por su producción pictórica pero no por eso más afortunado que Gustavo,
y juntos vivieron al día uno traduciendo novelas o escribiendo
artículos y el otro dibujando y pintando por destajo; mucho les costó a
los hermanos salir adelante de su infortunio y con el tiempo lograron juntos una modesta estabilidad que les permitía a uno retratar por obsequio y al otro escribir una oda por entusiasmo.
Como legado para la literatura del
mundo, Gustavo Adolfo Bécquer dejó sus “Rimas” a través de las cuales
deja ver lo melancólico y atormentado de su vida; en el género de las
leyendas escribió la célebre “Maese Pérez el Organista”, “Los ojos
verdes”, “Las hojas
secas” y “La rosa de pasión” entre varias otras. Escribió esbozos y ensayos como “La mujer de piedra”, “La noche de difuntos”, “Un Drama” y “El aderezo de esmeraldas” entre una variedad similar a la de sus leyendas. Hizo descripciones de “La basílica de Santa Leocadia”, el “Solar de la Casa del Cid” y el “Enterramiento de Garcilaso de la Vega”, entre otras. Por último, dentro del costumbrismo o folklor español escribió “Los dos Compadres”, ”Las jugadoras”, la “Semana Santa en Toledo”, “El café de Fornos” y otras más.
secas” y “La rosa de pasión” entre varias otras. Escribió esbozos y ensayos como “La mujer de piedra”, “La noche de difuntos”, “Un Drama” y “El aderezo de esmeraldas” entre una variedad similar a la de sus leyendas. Hizo descripciones de “La basílica de Santa Leocadia”, el “Solar de la Casa del Cid” y el “Enterramiento de Garcilaso de la Vega”, entre otras. Por último, dentro del costumbrismo o folklor español escribió “Los dos Compadres”, ”Las jugadoras”, la “Semana Santa en Toledo”, “El café de Fornos” y otras más.
En septiembre de 1870 dejó de
existir Valeriano, duro golpe para Gustavo, que pronto enfermó sin
ningún síntoma preciso, de pulmonía que se convirtió luego en hepatitis
para tornarse en una pericarditis que pronto había terminar su vida el
22 de diciembre de ese mismo año.
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